jueves, 25 de abril de 2013

La disciplina 2



Para comenzar la reflexión sobre la disciplina, partamos por observar a la autodisciplina y ver lo que sucede en nosotros mismos al aplicarla.
 
En la fotografía lo primero que se ve es un cable de acero que va y vuelve tensándose a sí mismo. Hay por tanto un cable y tensión.

De la misma forma, cuando hablamos de autodisciplina, también hay dos cosas, nosotros por un lado y por el otro, la tensión que nos aplicamos (disciplina). Ocupémonos hoy de la primera parte, de nosotros.

Estoy por un lado yo, que quiero hacer o llegar a hacer una cosa determinada. Parece ser que a mitad de camino, me arrepiento y es entonces donde aparece otro yo, lo llamaremos yo2, que mediante tensión, pretende que el yo1 continúe con su objetivo. Esto es francamente fascinante, ya que por arte de una extrañísima magia, yo ya no soy yo, sino que ahora soy, yo1 y yo2, uno es el que no quiere hacer y el otro el que quiere obligar al primero.

Estos dos yoes son diametralmente distintos, ya que tienen diferentes objetivos, el uno no hacer y el otro obligar a hacer, uno pasivo, el otro activo, por otra parte están enfrentados, hay tensión y lucha entre ellos.

Todo esto se complica, ya que al estar estos dos yoes enfrentados y para darnos cuenta de este enfrentamiento es necesario que haya un testigo del mismo, con lo que aparece otro yo, el yo3, que ve a los dos anteriores y de su conflicto. ¿Se puede plantear un planteamiento mas disparatado?, sin embargo este planteamiento es real y lo hacemos a diario, pasamos continuamente de uno al otro personaje, unas veces no queremos hacer algo, al segundo cambiamos de personaje y pasamos a imponernos obligaciones a nosotros mismo para por fin analizar los resultados, empleando esta vez al tercer personaje. ¿Demencial, verdad? 
 
Lo que puedo ver en la fotografía, es que para que haya tensión, el cable va, viene y se tensa a si mismo, eso con un cable puede resultar asumible, pero no es tan asumible en nosotros mismos.
 
¿Como es posible, querer hacer pero no querer hacer, no hacer pero obligarnos y encima ser testigos de todo ello?
 
Meditemos unos días esta pregunta.

Un abrazo.

R

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