Allá por el año 1628, el Papa Urbano VIII tuvo a bien condenar esta representación trifacial de la Trinidad, puesto que las tres personas divinas tienen el mismo aspecto humano, y sólo el Hijo se hizo hombre.
Sea como fuere, cuando más miro esta pintura del monasterio de Tulebras (Navarra), más me da por pensar.
También nosotros hemos "pintado" al ser humano de esta forma y nos hemos inventado algo que no es humano y lo llamamos ego.
Este ego tiene a su vez tres caras: la ignorancia, la codicia y el miedo.
Por ignorancia, creamos la codicia y esta pronto crea el miedo, pues teme no conseguir lo que desea y una vez conseguido, teme perderlo. Cuando alimentamos con miedo al ego, se vuelve más codicioso, para al fin ser más ignorante.
Al alimentarse la ignorancia de codicia, la codicia de miedo y el miedo de ignorancia, están juntas estas tres "caras" en una sola cabeza.
Si observarmos nuestro miedo, pronto veremos lo que codiciamos y al darnos cuenta del origen de nuestra codicia, nos será sencillo descubrir por qué somos ignorantes. Si dejamos de alimentar a una de las tres caras, todas desaparecerán.
Tendríamos que condenar esta falsa representación del ser humano, ¿nos os parece?, puesto que al fin y al cabo, hemos sido nosotros los que la hemos inventado.
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