El cauce cambia, el fluir permanece.
El cauce de un río se va acomodando a los cambios de este. Si discurre poca agua, el cauce es pequeño y las plantas germinan allá donde están, por el contrario si el agua es mucha, el cauce es grande y las plantas son arrastradas y sus nuevas semillas germinan a todo el cauce.
Sucede lo mismo con nuestra mente, que si no cambia, permanece siempre en el mismo sitio, no avanza y todo el conocimiento que se acumula, acaba atrofiándola, puesto que al alimentarse de si misma, es incapaz de germinar más allá.
Vuestro deseo de seguridad os acomoda a un determinado patrón de pensamiento, del cual no queréis prescindir.
Al igual que las plantas que se han acomodado a un cauce pequeño, se preguntan porqué una impetuosa masa de agua las arrastra súbitamente, vosotros os preguntáis porqué sufrís en la vida, porqué ese impetuoso torrente de sufrimiento lo ha llenado todo.
La respuesta es simple, ¿verdad?
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