¿Puedes atrapar al viento en tus manos?
¿Como entonces pretendes atrapar a la sabiduría en las palabras de otros, a tu felicidad en las acciones de otros y a Dios en lo escrito en un libro?
Supongamos por un momento que consigues atrapar al viento en tus manos, ¿lo que está dentro de tus manos continua siendo viento?, desde luego que no, el viento es el aire en movimiento, al privarle del movimiento deja de ser viento.
La sabiduría que está dentro de las palabras, deja de serlo, pues sabiduría no está en las palabras, está en el conocimiento que se ha experimentado, en el conocimiento que se ha hecho vida.
La sabiduría es el conocimiento en movimiento, al privarle de movimiento, se convierte en fanatismo.
La sabiduría es el conocimiento en movimiento, al privarle de movimiento, se convierte en fanatismo.
La felicidad buscada en los demás, deja de serlo, ya que la felicidad está en nosotros, no en los demás, la felicidad es la consecuencia de nuestro estado natural del ser, al vibrar en el amor y no en el miedo.
La felicidad es la vida en movimiento, al privarla de movimiento se convierte en sufrimiento.
La felicidad es la vida en movimiento, al privarla de movimiento se convierte en sufrimiento.
Y en cuanto a Dios .... no se lo que es Dios, tampoco sé donde se encuentra, pero estoy seguro de que un Dios encerrado en los límites de un libro, en los límites del pensamiento humano, deja de ser Dios para convertirse en otra cosa, algo limitado y cómodo para quien allí lo ha encerrado.
Quiero pensar que a Dios hay que buscarlo en el movimiento continuo de las cosas, en las cambiantes estaciones del año, en los rítmicos movimientos del corazón, que dan vida. Quiero pensar que también a Dios hay que vivirlo.
Quiero pensar que a Dios hay que buscarlo en el movimiento continuo de las cosas, en las cambiantes estaciones del año, en los rítmicos movimientos del corazón, que dan vida. Quiero pensar que también a Dios hay que vivirlo.
Como el viento soplando en nuestra cara, hay cosas que no se pueden atrapar, hay que sentirlas, vivirlas y experimentarlas.
Roberto Lejarza