miércoles, 27 de febrero de 2019

La cuestión del mal




El mal, eso que llamamos el mal, es una hidra de muchas cabezas, unas cabezas nos muerden, otros nos amenazan, otros no las vemos, el mal como las cabezas de la hidra es una cosa bastante complicada.

Cuando algo no sale conforme nuestros deseos, decimos que nos ha salido mal, sin embargo eso no es el mal,  es frustración y en este caso el mal son nuestros deseos, pues nos llevan a la frustración.

Cuando ha llovido durante todo el verano, decimos que el verano ha sido malo, sin embargo eso no es el mal, es una época lluviosa.

Cuando un volcán hace erupción y arrasa una gran extensión de terreno, decimos que ha habido un gran mal, sin embargo eso no es el mal, es un fenómeno natural.

Cuando alguien causa sufrimiento moral o físico a los demás, decimos que eso es malo, sin embargo no es el mal, es perversión.

Decimos que el mal es lo contrario que el bien. Cuando alguien perverso consigue lograr sus fines causando el mayor dolor posible, ese mal es bueno para esa perversa persona. El bien que culmina sus propios fines es un buen bien y el mal que culmina sus propios fines es un buen mal, es decir, se ha hecho bien el mal, se ha hecho lo adecuado para causar dolor.

Es delicado el decir que el mal es lo opuesto al bien, puesto que al decir esto, convertimos al mal como el complemento del bien, aquello que equilibra al bien y como todo lo que colabora a lograr el equilibrio es bueno, el mal es bueno.

Abandonando el terreno de lo que nos viene bien y lo que nos viene mal, de lo que nos conviene y de los que nos molesta, entramos en otro terreno un poco más complicado.

¿Que sucede con todos nuestros deseos, pensamientos y sentimientos negativos, con toda nuestra envidia, codicia, rabia y cólera, donde se va todo el desagrado que sentimos cuando los demás son felices? ¿Qué pasa con todas esas cosas que llamamos malas, a dónde se va nuestra maldad después de ser creada por nosotros?

Todo ese torrente de maldad, por nosotros creado, no se deshace, no se disuelve como el humo, se convierte en algo vivo y real, se convierte en una sombra que nos acompaña allá donde vayamos, es una energía destructiva que mancha todo lo que toca, parafraseando la oración de san Francisco de Asís, esa energía crea a su paso, odio, ofensa, discordia, duda, error, desesperación y tinieblas, sobre todo tinieblas, por qué es una energía oscura, es el mal en estado puro, el mal vivo.

¿Pero que sucede con ese mal cuando nosotros morimos?

Una parte de ese mal se queda en la tierra, a la espera de meterse dentro de otra persona, para así crecer y seguir vivo. Si no lo consigue, se irá disolviendo poco a poco hasta desaparecer, pero siempre creará una atmósfera negativa a su alrededor, persiguiendo incansablemente a los familiares del muerto, esperando que recuerden con rencor sus maldades , para así poder activarse y adueñarse de esas personas.

Otra parte se va al campo astral, de hecho siempre se ha ido al astral una parte de nuestra maldad conforme la estábamos creando. Allí ha creado un monstruo de maldad, que estará esperando pacientemente a que su creador muera y se reúna con él en el bajo astral, una vez allí, lo torturará incansablemente haciéndole sentir todos sus más bajos instintos, por ejemplo, sentirá deseos lujuriosos, pero no tendrá un cuerpo con el que satisfacerlos, sentirá cólera y no podrá darle salida, sentirá todo el sufrimiento que haya causado a otros y estará sufriendo y luchando contra ese monstruo hasta que poco a poco se disuelva y muera.

Sin embargo tenemos que seguir adelante en nuestro camino del mal.

¿De dónde surge todos estos bajos deseos y pensamientos, de dónde nuestras malas ideas y nuestra malas acciones, es natural en nosotros o es algo que “alguien” nos dicta al oído? Esa tendencia a realizar el mal, no la considero natural, ya que todo el mundo no la siente, no digo que haya personas que no hagan nunca el mal, digo que hay personas que no sienten la tendencia a realizarlo.

¿Es entones el mal una fuerza viva, es algo con voluntad propia, es el mal el cuerpo de la hidra? El mal está andando entre nosotros a sus anchas, haciendo y deshaciendo conforme su propia voluntad, solo hay que ver un poco lo que pasa a nuestro alrededor, para darnos cuenta de que es verdad, como las cabezas de la hidra, unas veces el mal nos muerde, otras nos amenaza y la mayor parte de las veces, no lo vemos, pero ahí está, siempre en silencio, siempre en las tinieblas, siempre esperando.

No quiero decir que el mal, el centro y origen del mal se pueda personalizar, de que exista un Demonio, Satanás o cualquier otra cosa que sea su origen y creador, eso sería como decir que el mal es lo contrario que el bien y en eso no estoy de acuerdo, ya que inmediatamente tendríamos que crear un Dios bueno como su antagonista.

Le tengo mucho respeto tanto al bien como al mal para ponerle una cara y dueño a cada uno de ellos. Dejemos por el momento a un Dios dueño del bien y un Diablo dueño del mal y responsabilicémonos cada uno de nosotros del bien y del mal que hacemos y de todas formas, es mucho más práctico el no hacer caso a esa voz, a esa parte de nosotros mismos, que nos inclina a hacer el mal.

Sin embargo cada cual que haga lo que quiera, por que al fin y a la postre, siempre tendremos una desagradable compañía en el bajo astral que nos recordará lo que hicimos.


Un cordial abrazo.