Esta mañana se ha metido un gatito a casa.
Como era de esperar, ha entrado en pánico y se ha refugiado en un hueco diminuto detrás de un armario.
Han sido inútiles todos los intentos de hacerle salir de ese lugar utilizando comida o cualquier otra recompensa, el gatito tenia miedo.
Finalmente he decidido tomar una medida más fuerte y después de arrastrar el armario, he cogido al gatito con la mano.
Durante el corto trayecto que separa mi casa del lugar donde viven los gatos, el gatito me ha arañado y mordido todo lo que ha querido y más, pero al final lo he dejado junto a sus mayores.
¡Que curiosa reacción la de este joven animal!, después de todo no es tan distinta de la nuestra.
Cuantas veces recibimos arañazos y mordiscos cuando intentamos sacar de los refugios en los que se esconden las personas dominadas por el miedo.
Cuantas veces recibimos el mal, como recompensa a una buena acción o cuando intentamos hacer ver a los demás aquello que no quieren ver.
¡En fin, cosas de gatitos!
Cuantas veces recibimos arañazos y mordiscos cuando intentamos sacar de los refugios en los que se esconden las personas dominadas por el miedo.
Cuantas veces recibimos el mal, como recompensa a una buena acción o cuando intentamos hacer ver a los demás aquello que no quieren ver.
¡En fin, cosas de gatitos!