Parece ser que se ha producido cierta confusión con esta reflexión y me han escrito varios amigos, pidiéndome que aclare un poco el asunto. En atención a esas personas, comento la reflexión: “La verdad y la mentira”
Las pocas palabras activan la mente, las muchas la adormecen. Las pocas palabras enseñan, las muchas adoctrinan. Al no ser mi intención el adoctrinar a nadie, siempre procuro emplear las menos palabras posibles, pero en este caso me veo obligado a usar más.
Entramos en materia.
Según el diccionario de la lengua española: “La verdad es la conformidad entre lo que una persona manifiesta y lo que ha experimentado, piensa o siente”. ¿Se puede entender esto?
Por favor vayan despacio, observen cuidadosamente.
Según esto la verdad nada tiene que ver con lo real o con lo que es, la verdad es la conformidad con nuestra particular adaptación de lo experimentado, pensado o sentido. Todo aquello que se acomoda (está conforme) con esa interpretación lo llamamos verdad.
De “esa” verdad es de la que me ocupo en esta reflexión.
Cuando la llamada verdad describe la realidad, los hechos, lo que es, no hay más que hablar sobre ella, pero como dice el diccionario, la verdad, aquello que llamamos verdad, no es eso, sino nuestra PARTICULAR INTERPRETACIÓN de esa realidad. Es de esa realidad de la que me estoy ocupando en esta reflexión. ¿Se entiende hasta aquí?
Por favor vayan despacio. Tómense su tiempo.
Dice el diccionario que: “La mentira es toda afirmación que una persona hace consciente de que no es verdad”. ¿Se entiende?
Cuando verbalizamos lo contrario de la PARTICULAR INTERPRETACIÓN de aquello que hemos experimentado, pensado o sentido “SURGE” la mentira. Esta llamada mentira no tiene nada que ver con los hechos, lo real o lo que es, ya que solo es una REacción al decir lo contrario de lo que hemos experimentado, pensado o sentido.
Cuando alguien dice que la nieve que estamos pisando es roja y nosotros después de observarla vemos que es blanca, podemos decir que lo dicho por esa persona es mentira. No es de esa mentira de la que me estoy ocupando en esta reflexión, sino en la que se crea, por ejemplo, en la mente de un aficionado al Real Madrid, cuando alguien le dice que el Real Madrid no sabe jugar al fútbol, esa persona ¡¡¡ SABE !!! que el Real Madrid es el mejor equipo del mundo, “sabe” que lo dicho por la otra persona es mentira.
La mentira es la reacción de esa verdad (que no es un hecho), es la acción de “esa” verdad”. ¿Se entiende hasta aquí? Por favor vayan despacio.
Siendo nuestra percepción limitada, esa conformidad es limitada, está distorsionada y como resultado también lo está, el mismo concepto formado de esa experiencia, pensamiento o sentimiento.
En otras palabras, acomodamos la realidad a nuestra limitación, la reducimos a un erróneo concepto que llamamos verdad, opinión, creencia o como guste decirlo y el movimiento surgido para defender esa verdad, es la mentira.
Lo repetiré de otra forma, al no ser nuestra verdad completa, pronto se encuentra con contradicciones y surge un movimiento para ponerla a salvo, porque nuestras convicciones, nuestras “verdades” nos aportan seguridad. Es así como se crea el opuesto con todo lo que no encaja con esa llamada verdad y a ese movimiento de defensa, a esa reacción la llamamos mentira. Este movimiento que surge desde la llamada verdad, no es su contrario, sino su opuesto, lo contrario se complementa, lo opuesto se enfrenta.
En la mentira, en ese tipo de mentira del que me estoy ocupando, al ser una reacción un opuesto, siempre hay actitud de enfrentamiento, enfrentamiento para preservar “su” verdad de todo aquello que ponga en peligro tu seguridad, porque todo aquel que rinde culto a una idea, pronto cae en la violencia, ya que cuando más valiosa cree que es su verdad, con más fuerza trata de imponerla y esta acción abarca un gran abanico de reacciones, desde la más fina ironía, hasta la violencia y la total barbarie.
Por favor, hagan sus propias conclusiones y si no han comprendido nada de mis palabras, no se preocupen, porque al fin y al cabo…… solo son palabras.
Espero haber sido de utilidad.
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